El primer paso de la meditación es centrarse en la respiración, no forzarla, y ser consciente de ella. Lo siguiente era recorrer el cuerpo centrándote en las pequeñas sensaciones. Se debe empezar con un orden, lo recomendable es ir de arriba a abajo o viceversa.
El segundo día no pudimos ir al salón de actos e hicimos la meditación en el propio aula de religión. Nos tocó apartar las mesas y usar el suelo y algunas sillas. La meditación fue muy parecida a la primera y noté las mismas sensaciones.
La tercera clase volvimos ha hacer meditación. Esta vez pudimos ir al salón de actos, pero la dinámica fue distinta ya que nos saltamos las sensaciones a lo largo del cuerpo. Esta meditación me costó muchísimo ya que me quede prácticamente dormida, pero ya nos lo había avisado el profesor, que como íbamos a cambiar la dinámica a lo mejor nos costaba concentrarnos.
La verdad es que me están gustando mucho las meditaciones ya que religión es una de las pocas asignaturas en las que podemos desconectar un poco más y hacer actividades distintas al resto de asignaturas, y esto me gusta.
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